¿Qué es la ansiedad y cómo afecta a tu cuerpo?
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibe como amenazantes, activando el sistema nervioso simpático. Esto desencadena síntomas como aumento de la frecuencia cardíaca, tensión muscular, sudoración excesiva y pensamientos acelerados. Cuando se vuelve crónica, interfiere con el bienestar emocional, el sueño, las relaciones personales y la salud física. En un mundo lleno de estímulos, plazos y pantallas, el cuerpo permanece en modo “alerta” más tiempo del que fue diseñado para soportar.
La ciencia detrás del ejercicio y su efecto en la ansiedad
Cuando realizas ejercicio, tu cerebro libera sustancias como endorfinas, dopamina y serotonina, conocidas como “químicos de la felicidad”, que ayudan a regular el estado de ánimo y reducir la percepción del estrés. Además, se reduce la producción de cortisol, la hormona relacionada con el estrés crónico. Todo esto crea un entorno neuroquímico más favorable para la calma y el enfoque.
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Endorfinas: bloquean la sensación de dolor y producen una sensación de bienestar.
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Mejor calidad de sueño: El ejercicio físico regular ayuda a conciliar y mantener el sueño, lo que reduce la irritabilidad y la ansiedad.
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Regulación del sistema autónomo: Favorece un mayor equilibrio entre los sistemas simpático (alerta) y parasimpático (descanso).
¿Qué tipo de ejercicio es mejor para calmar la mente?
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Ejercicio cardiovascular:
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Actividades como caminar, trotar o montar bicicleta pueden ser particularmente efectivas. Se ha demostrado que 20-30 minutos de actividad aeróbica moderada reducen significativamente los niveles de ansiedad en el corto plazo.
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Entrenamiento de fuerza:
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Más allá del desarrollo muscular, el entrenamiento de fuerza proporciona una sensación de control sobre el cuerpo. Esto fortalece la autoestima y ayuda a canalizar la energía de forma constructiva. Estudios muestran que personas que entrenan fuerza regularmente reportan niveles más bajos de ansiedad generalizada.
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Disciplinas cuerpo-mente:
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Yoga, Pilates y tai chi integran el movimiento con la respiración y la conciencia corporal. Estas prácticas estimulan el nervio vago, lo que favorece el estado de relajación profunda y disminuye la reactividad emocional.
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Recomendaciones prácticas: cómo empezar sin abrumarte
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Empieza con poco: 10 a 20 minutos al día son suficientes para notar cambios.
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Hazlo rutina: Elige una hora y tipo de ejercicio que se adapte a tu estilo de vida.
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Asóciate con placer: música, paisajes, ropa cómoda o compañía pueden hacer más agradable el hábito.
Conclusión
El ejercicio es mucho más que una herramienta estética o de rendimiento físico. Es una medicina natural para la mente, capaz de reducir la ansiedad, aumentar la resiliencia y mejorar el bienestar emocional. Moverte con intención puede ser tu mejor estrategia para reencontrar la calma en medio del caos.
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Referencias
- Anderson, E., & Shivakumar, G. (2013). Exercise and anxiety. Dialogues in Clinical Neuroscience, 15(3), 239–245.
- Stubbs, B. et al. (2017). An update on physical activity and anxiety: Evidence from neuroimaging and intervention studies. Current Psychiatry Reports, 19(10), 96.
- Jayakody, K., Gunadasa, S., & Hosker, C. (2014). Exercise for anxiety disorders: Systematic review. The British Journal of Sports Medicine, 48(3), 187–196.