¿Qué es la dislipidemia y cómo el ejercicio interfiere en ella?

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¿Qué es la dislipidemia?

La dislipidemia es una alteración en los niveles de lípidos en sangre, como el colesterol total, el colesterol LDL (colesterol “malo”), el colesterol HDL (colesterol “bueno”) y los triglicéridos. Puede manifestarse por niveles elevados de colesterol LDL o triglicéridos, niveles bajos de colesterol HDL, o una combinación de estos factores. Aunque es una condición silenciosa, su impacto en la salud cardiovascular puede ser significativo si no se trata a tiempo.

 

¿Por qué es peligrosa la dislipidemia?

El exceso de lípidos en la sangre puede depositarse en las paredes de las arterias, generando placas de grasa que disminuyen la circulación y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la aterosclerosis, el infarto agudo de miocardio y el accidente cerebrovascular (ACV). Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte a nivel mundial, y la dislipidemia es uno de los factores de riesgo más prevalentes.

 

Factores de riesgo asociados

  • Consumo excesivo de grasas saturadas y trans
  • Sedentarismo y bajo gasto energético
  • Obesidad y sobrepeso
  • Tabaquismo y consumo de alcohol
  • Factores hereditarios y predisposición genética

 

¿Cómo ayuda el ejercicio físico?

El ejercicio regular es una estrategia no farmacológica fundamental para el control de la dislipidemia. Diversos estudios han demostrado que la actividad física mejora el perfil lipídico al:

  • Reducir los niveles de colesterol LDL y triglicéridos

  • Aumentar el colesterol HDL (protector cardiovascular)

  • Favorecer el uso de ácidos grasos como fuente energética

  • Mejorar la sensibilidad a la insulina y el metabolismo glucémico

Además, el ejercicio estimula enzimas como la lipoproteína lipasa (LPL), que ayudan a metabolizar los lípidos circulantes, reduciendo su acumulación en sangre y tejidos.

 

  • Ejercicio aeróbico

Actividades como caminar, correr, nadar o andar en bicicleta son las más recomendadas. El ejercicio aeróbico continuo o intervalado a intensidad moderada mejora significativamente los niveles de colesterol HDL y disminuye los triglicéridos, según la American College of Sports Medicine (ACSM, 2022).

 

  • Ejercicio de fuerza

El entrenamiento de resistencia también aporta beneficios al mejorar la composición corporal, aumentar el gasto energético y favorecer el metabolismo lipídico. Cuando se combina con el ejercicio aeróbico, los resultados son aún más potentes en la mejora del perfil lipídico.

 

Recomendaciones prácticas

  • Realizar al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado a la semana
  • Incluir ejercicios de fuerza 2 a 3 veces por semana
  • Evitar largos periodos de inactividad durante el día
  • Consultar al médico y realizar una evaluación física antes de comenzar un programa

 

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

Si tienes antecedentes familiares de dislipidemia, sobrepeso u otros factores de riesgo cardiovascular, es recomendable realizar un análisis de sangre periódico. Ante resultados alterados, el acompañamiento de un médico, nutricionista y fisioterapeuta puede marcar la diferencia para controlar la dislipidemia de forma efectiva y segura.

 

Conclusión

La dislipidemia puede parecer silenciosa, pero sus consecuencias son ruidosas para la salud cardiovascular. La buena noticia es que el ejercicio físico es una herramienta poderosa, accesible y natural para regular los lípidos en sangre. Mover tu cuerpo con constancia es también mover tu salud hacia una mejor calidad de vida.

 

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Referencias

  • American College of Sports Medicine. (2022). ACSM’s Guidelines for Exercise Testing and Prescription.
  • Thyfault, J. P., & Booth, F. W. (2011). Lack of exercise is a major cause of chronic diseases. Comprehensive Physiology, 2(2), 1143–1211.
  • World Health Organization. (2023). Cardiovascular diseases (CVDs). Retrieved from https://www.who.int
  • Kraus, W. E. et al. (2002). Effects of the amount and intensity of exercise on plasma lipoproteins. New England Journal of Medicine, 347(19), 1483–1492.

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