¿Qué hacer si sientes molestias al entrenar? Guía práctica para entrenar con inteligencia

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Sentir molestias al entrenar no siempre significa que debas detenerte, pero tampoco deberías ignorarlas. Escuchar a tu cuerpo es clave para evitar lesiones y progresar de forma segura. En esta guía, te explicamos cómo distinguir entre una señal de adaptación y una alerta real, además de qué pasos seguir si aparece alguna molestia durante tu entrenamiento.

¿Molestia o lesión? Aprende a identificar las señales

Las molestias musculares leves son normales cuando inicias o intensificas una rutina, especialmente si sientes rigidez o sensación de agujetas entre 24 y 48 horas después. Esto se conoce como dolor muscular de aparición tardía (DOMS).

Sin embargo, hay signos de alarma que no debes pasar por alto:

  • Dolor agudo o punzante al ejecutar un movimiento específico.
  • Dolor que persiste por más de 72 horas sin mejorar.
  • Molestias articulares, sensación de chasquidos o inestabilidad.
  • Inflamación visible o pérdida de movilidad.

 
Causas comunes de molestias durante el entrenamiento

Las molestias pueden aparecer por diversos factores, entre ellos:

  • Mala técnica: Un ejercicio mal ejecutado puede sobrecargar estructuras sensibles.
  • Exceso de carga: Aumentar el peso, volumen o intensidad sin progresión adecuada.
  • Falta de calentamiento: Entrenar con músculos fríos puede favorecer microlesiones.
  • Desequilibrios musculares: Una musculatura compensatoria puede generar tensión donde no debería.
  • Calzado inadecuado: Especialmente en actividades de alto impacto o desplazamiento.

 

Primeros auxilios: qué hacer si aparece una molestia

Ante una molestia repentina, sigue el protocolo RICE (por sus siglas en inglés):

  • Reposo: Detén la actividad para evitar agravar el daño.

  • Hielo: Aplica compresas frías durante 10-15 minutos cada 2 horas en las primeras 48h.

  • Compresión: Usa vendas elásticas si hay inflamación.

  • Elevación: Eleva la zona afectada si es posible.

No uses calor en las primeras 48 horas. Si el dolor disminuye rápidamente, puedes retomar el ejercicio de forma gradual. Si persiste, consulta a un profesional.

 

¿Cuándo acudir a un fisioterapeuta o médico deportólogo?

La atención profesional es clave cuando:

  • El dolor no mejora tras aplicar RICE.
  • Presentas síntomas neurológicos: hormigueo, debilidad o irradiación.
  • Hay antecedentes de lesiones en esa zona.
  • El dolor aparece con frecuencia al realizar ciertos movimientos.

Profesionales de salud especializados en ejercicio te ayudará a identificar la causa y a adaptar tu entrenamiento de forma segura, sin necesidad de detener tu progreso.

 

Consejos para prevenir molestias al entrenar

La prevención es parte esencial de un entrenamiento inteligente:

  • Realiza un calentamiento progresivo de al menos 8-10 minutos.
  • Aprende la técnica correcta de cada ejercicio, idealmente guiado por entrenadores certificados.
  • Escala la intensidad y el volumen de forma progresiva.
  • Incluye rutinas de movilidad, estabilidad y fortalecimiento.
  • Respeta los tiempos de descanso y sueño.
  • Usa calzado adecuado para cada tipo de actividad.

 

 

Conclusión
Entrenar con molestias no es normal.

Escuchar a tu cuerpo es una de las mejores estrategias para avanzar sin lesionarte. Las molestias que duran o interfieren con tu movimiento merecen atención. Entrenar con dolor no es sinónimo de disciplina, sino de riesgo.

 

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Referencias

  • Dubois, B., & Esculier, J.F. (2020). Soft-tissue injuries in sport: best practice management. BMJ.
  • American College of Sports Medicine (ACSM). (2022). ACSM’s Guidelines for Exercise Testing and Prescription.
  • Cook, G. (2010). Movement: Functional Movement Systems. On Target Publications.

 

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